Hace 18 años, la
Corte Constitucional buscaba de manera legal y jurídica la eutanasia. En ese
momento se le llamó homicidio por piedad, en la que un médico realizaba este
procedimiento por consideración del paciente que estaba a punto de morir por
alguna enfermedad.
Se puso de piedad porque era el mismo paciente que lo
solicitaba pero mantenía el denominativo de homicidio porque no estaba
reglamentado ni era legal. Es decir que era considerado un delito, pero no se
había juzgado a alguna persona.
Con las crecientes voces de protesta para que
en Colombia haya un marco legal que defina esta práctica, la Corte ha vuelto a
solicitar al Congreso que regule mediante una ley la Eutanasia.
Hace poco, se
llevó a cabo la primera eutanasia legal en el país. Se debió gracias a una
acción de tutela presentada por la abogada Adriana González que defendió los
derechos y dignidad de Ovidio González, padre del famoso caricaturista Matador.
Según sus mismas palabras, “el dolor y el sufrimiento incurables son el punto de partida de la eutanasia como ejemplo del homicidio por piedad. En este caso, el médico asume una posición de bienhechor del paciente, al comprender su sufrimiento, puesto que ningún recurso de los avances médicos logra curar sus graves padecimientos.”
Desde este punto
de vista, esta práctica más que ser un acto criminal, corresponde más bien a un
recurso de humanidad por parte del médico.
La Acción de Tutela que ella interpuso tuvo como base el sufrimiento vivido por el señor
Ovidio en vida y por el cual él estaba solicitando con urgencia un clamor de
piedad para dejar de sufrir. El fallo le salió favorable y por ende se hizo la
primera eutanasia en el país. Aunque en
Colombia todavía hay cientos de casos similares, las clínicas y centros
hospitalarios no pueden realizar este procedimiento porque todavía se considera
ilegal.
El argumento
válido por el cual salió victoriosa de esta situación legal fue considerar que
la vida del paciente se encontraba en un tormento diario.
Sus palabras lo confirman “El estado de enfermedad ya no le permitía un tratamiento médico distinto al paliativo y el disfrute de la vida; era una enfermedad terminal, sin discusión alguna. El paciente no concebía una vida digna en las condiciones en las que estaba y las que tendría que enfrentar con el avance galopante de su enfermedad.”
Ella por haber
estado al frente de esta Acción de Tutela ha recibido fuertes críticas de la
Iglesia Católica y del Procurador General. Pero ella afirma que seguirá
adelante, defendiendo los derechos a una muerte digna, sin prejuicios morales y
religiosos.
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